Creo que una de las peores pesadillas que el ser humano puede sufrir a parte que Leticia Sabater saque una nueva canción, es pensar que no tiene nada nuevo que decir.
Esa sensación delante de un papel o del ordenador, que tras un pedido, te das cuenta que siempre dices lo mismo, que te repites más que una cacatua y que todo el mundo ha oido ya lo que pretendes decir como «nuevo» en esa conferencia o proyecto.
Los nervios te ganan la partida. Te das cuenta que durante mucho tiempo has estado ofreciendo valor cuando en realidad lo que estabas haciendo era poner «una cassette» y a cobrar.
Te das cuenta que ha pasado el tiempo y no has hecho nada más. Has dejado de investigar, de preguntarte qué hay de nuevo, qué vendrá o que estoy haciendo mal.
O quizá sabes que no has hecho «nada» para avanzar, para crear, para seguir innovando pero si te siguen llamando para hablar una y otra vez del mismo tema… COMO QUE TE DA IGUAL.
Darte cuenta que no tienes nada nuevo que decir, es la confirmación que no te has preocupado por tu creatividad, por avanzar, por desarrollarte.
Como bien decía en una entrevista reciente con Xavier Marcet, la creatividad es la alerta ante la inercia del día a día que vivimos.
Siento ser claro, pero sientes que no tienes que decir nada, porque no has hecho nada para ofrecer cosas diferentes a tus clientes o a tus asistentes. Ni tú tampoco lo has hecho para ti, para seguir aprendiendo, para ampliar tus puntos de vista.
Nadie tiene la culpa excepto tú.
Queremos novedad, queremos innovación, queremos cosas diferentes…. Pero en el fondo nos gusta lo conocido, lo que dominamos y que nos da resultados sin esforzarnos.
Pero eso si, que no dejen de llamarnos creativos, porqué eso es lo que está de moda.
La creatividad requiere de insatisfacción, de saber que no lo sabes todo, que al igual que tú la gente quiere la excelencia, lo último. Porqué te verán una vez, quizá dos, pero a la tercera vez, sabrán que de carrerilla lo que vas a decir.
Seamos unos insatisfechos patológicos creativos. Y siempre vayamos un paso más allá de lo que creemos que podemos dar.
Tengamos respeto a nuestra profesión, al cliente pero sobre todo a nosotros mismos. Si eso lo hacemos, siempre tendremos algo nuevo que contar.
Y no dejes que los aplausos te «duerman».
CHOCOLATE ROJO CONSULTING 